Desde el mar profundo, madre de las cosas,
fruto de un naufragio, he nacido yo;
cuántos sucumbieron antes de que fueran,
por entre el oleaje que a mí me acunó!
Pude no haber sido, lo mismo que otros,
nada me distingue, sin embargo: soy.
yo estoy en el mundo, sangre y pensamiento
llegué hasta la orilla, y Dios me encontró.
He sido el asombro de sus ojos niños,
le poblé de sueños su gran corazón;
me tomó en su manos, me miro sonriente
y contra su pecho luego me apretó.
No es que valga mucho, mirado en mí mismo:
vengo del misterio!...de ahí mi valor;
nací de un encuentro, vendaval afuera
y océano adentro, cuando amaneció.
No soy un juguete, yo soy un hallazgo,
tengo mucha historia, que sólo es de Dios;
por eso me guarda entre sus recuerdos
y un lugar preciso para mí eligió.
Tormentas y oleaje, dolor y distancias,
anhelos y espera me hicieron su don;
guardo en mi silencio un mundo que ha sido
y debo llevarlo a un mundo mejor.
Es fértil la tierra de esta nueva playa
donde mi semilla al fin abordó;
y ahora comienza en nuevo cielo
mi vieja existencia mirada por Dios.